LOS GUARDIANES

Grisham (Arkansas 1955) publicó su primera novela en 1988 y desde ese momento casi anualmente aparece una novela suya. Muchas de ellas han servido como guiones para películas de éxito. Todas tienen un trasfondo jurídico -no en balde es abogado- y prácticamente han tocado los grandes temas penales, pero todavía faltaba uno, el de los condenados siendo inocentes. Y ese es el tema de Los guardianes.
El protagonista es Cullen Post, primero Pastor episcopaliano y luego abogado, o mejor, primero abogado pero que se horrorizó en su primer caso y lo dejó, luego Pastor - todavía se pone el alzacuellos en algunos momentos- y luego, de nuevo, abogado de un pequeño grupo sin afán de lucro que tiene como finalidad ayudar a condenados en firme, pero que realmente son inocentes. Lleva diez años trabajando y ha logrado ocho triunfos, el primero es el de Frankie Tatum, que ahora le ayuda en sus casos.
Aunque hay algunas historias pequeñas a lo largo del relato de casos que están manejando, el importante es el de Quincy Miller que lleva 22 años en la cárcel y que siendo inocente se le condenó por el asesinato de un abogado en Seabrook, Florida. Por los datos que se recogen, no hubo nadie que no fuera comprado y que dijera la verdad en el juicio, incluida la policía. Quincy es negro de un lugar de población blanca y da la sensación de que en él encontraron el chivo expiatorio perfecto para ocultar los manejos de una oscura trama. La única relación entre el abogado y Quincy es que llevó su caso de divorcio y que lo resolvió mal. En el juicio, otro abogado joven, le defendió con gran pericia y aunque las pruebas eran circunstanciales y no concluyentes, el jurado formado por blancos, menos un hombre negro, le declaró culpable. El abogado después del juicio absolutamente derrotado dejó la abogacía y cambió de profesión.
Post comenzará toda una peligrosa aventura para sacar a Quincy de la cárcel, pero se encontrará con testigos que han muerto o no quieren hablar y poco a poco se va dando cuenta de que se está enfrentando a una situación muy peligrosa y a unas personas que tramaron todo y no van a ceder tampoco ahora.
Aunque la toma de contacto con el tema sea lenta y los primeros capítulos dan la sensación de que se alargan mucho sin que haya necesidad, poco a poco se va armando el relato y al final se convierte en una auténtica novela de intriga y con un buen ritmo.
Técnicamente es buena como todas las del autor y nos ayudará a pasar un buen rato en la línea de las anteriores.

TROA